KNITTING SHEEP HANDMADE
Ella es Carolina Damonte, diseñadora textil y profesora de punto y ganchillo. Su historia comienza a 10.000 km de España. Nació en Buenos Aires, donde trabajaba como periodista. Lleva 20 años aquí, dos hijas hermosas que son las modelos de su marca y un esposo increíble que le apoya en todas sus locuras.
¿Cuándo y cómo surge la idea de crear Knitting Sheep Handmade?
Como todo en esta vida, a veces, surge por casualidad. Me acababan de despedir después de ser madre: hija prematura de 32 semanas y tu jefe te invita a brindar en la cena de Navidad y el día 2 de enero, te despide. ¿Qué hacer? Pues a tejer como si no hubiera un mañana. Mientras cuidaba a Little Giulia, le tejía gorros, bufandas, abrigos… Las mamás del parque me preguntaban: ¿Dónde lo has comprado? ¿Me puedes hacer un set para mi hijo?. Entonces, pensé: ¿por qué no? Si en el mercado hay una demanda de productos hechos a mano, yo puedo satisfacerla al mismo tiempo que crío a mi niña. Y, como una cosa lleva a la otra,
comencé a vender una línea de ropa para bebés y mamás en el marketplace Etsy, a dar clases en colegios y asociaciones y a diseñar.
Creo que es muy importante adaptarse a la adversidad: Be water, my friend; como dice Bruce Lee. No somos un título o un trabajo de por vida. Debemos adecuarnos, porque todo cambia y cada vez, más a prisa.
¿Qué es lo que más te gusta de dedicarte al diseño?
La posibilidad de crear sin límites, de hacer de un hilo una pieza que luego tejerán o usarán en cualquier parte del mundo. Es una satisfacción enorme que te escriba un cliente desde Nueva York para confesarte que está enamorado de su cardigan y que se ha convertido en su prenda favorita. Para mí, el salario emocional es fundamental en este oficio. Si quieres crear con amor, necesitas amor. Eso intento transmitirlo en todas mis piezas. Cada diseño es único, especial y le dedico todo el tiempo necesario aunque tenga que acostarme a las 4 de la mañana. Para mí, siempre lo más importante es el resultado y cuando hay cariño, eso se nota.
¿En qué te inspiras a la hora de crear nuevos productos?
Me puedo inspirar en un color, una ciudad… Llevo siempre una libreta y voy apuntando ideas. Lo que está claro es que nunca diseño algo que yo no usaría o que no le pondría a mis hijas. Para mí, también es primordial la materia prima. Siempre busco hilos ecológicos, que no contengan acrílico. Me gustan los botones de madera o nácar; las lanas suaves como el merino, cashmere, alpaca. Mi estilo es muy vintage. Mi padre era coleccionista y nos enseñó a amar las piezas antiguas hechas a mano, confeccionadas con materiales nobles. Después de la creación, viene la aprobación de la familia. A diario, contacto con mi madre por videollamada para pedirle opinión. No me quedo tranquila sin su aprobación. Knitting Sheep es una familia, donde todos aportan algo.
¿Cuál es tu próximo reto?
No sé si el próximo reto; aún me falta mucho para crecer como diseñadora. Sí sueño y me gustaría editar un libro con patrones de ropa para bebé.
¿Una anécdota?
Soy una persona que cuando se involucra en un proyecto lo da todo. Cuando empecé a tejer hace 6 años, leía mucho sobre punto y la importancia de elegir materiales adecuados. Entonces se hablaba de las agujas circulares. Y ahí que me lancé a la calle para hacerme con mi primer par de cables. Entre a una mercería de mi pueblo y se las pido al dueño, un señor a punto de la jubilación. Me mira con cara de asombro y me dice: Ustedes, los sudamericanos se andan con cosas más raras. Sí, me dijo eso y se quedó tan a gusto. Desde entonces (y no por su comentario ), suelo utilizarlas mucho para la técnica TOP-DOWN, porque salen piezas perfectas: sin costuras y muy aseadas, tan es así que es imperceptible el derecho del revés.
Y, para mí, esos detalles son los que marcan la diferencia.